26 DE FEBRERO



Es curioso cómo muchas personas piensan que el amor verdadero es algo para otros y muy difícil de darse en ellos mismos. Corremos el peligro de pensar que el amor verdadero es como un sueño que no tiene que ver con nuestro día a día. Pero la realidad luego resulta bastante distinta a eso.

Adaptación de Mc 9, 1-9

Los amigos de Jesús se habían acostumbrado a verle siempre como uno de ellos. Dormían en los caminos, era un hombre humilde, y no tenía mucho dinero. Trabajaba mucho… Nadie hubiera dicho que era el Hijo de Dios. Pero un día juntó a sus mejores amigos, que eran Pedro, Santiago y Juan. Si os acordáis, eran los mismos que había encontrado un día en sus barcas, y se habían fiado de él. Los llevó a una montaña, y allí de golpe ellos le vieron de una manera especial. Parecía más fuerte, casi como que brillaba, y su cara reflejaba el brillo de Dios. Entonces Pedro, muy contento, dijo: “Esto está muy bien ¿Por qué no nos quedamos así para siempre?” Y hasta les pareció oír una voz, como el día del Bautismo, que decía: “Este es mi Hijo”.

Pero entonces, Jesús volvió a parecer normal, y les dijo que tenían que volver. Porque el trabajo lo tenían que hacer como cada día, anunciando la palabra de Dios. Y que todavía no era el momento de contar todo lo que habían visto.

Sube… no te canses enriquece tu mirada, ensancha el corazón, abre las manos, siente la presencia de dios en ti. Y actúa.


REFLEXIÓN
Si nos paramos a pensarlo, siempre se ha utilizado la montaña como un lugar de encuentro de Dios con los seres humanos, un lugar donde nos podemos sentir mucho más cerca, y es este lugar donde ÉL decide dar la primera pista de lo que está cerca de pasar, EXPERIMENTAR el verdadero amor de Dios, el amor total manifestado dando la vida hasta la muerte.
Es más fácil pensar que Dios viene a castigar a los malos, pensar que mira con buenos ojos a los que le hacen caso y se enfada con los que no. Es decir, es más fácil pensar que Dios es como nosotros, reacciona como nosotros, razona como nosotros. Pero está muy por encima de nuestras ideas y sentimientos. O mejor dicho, Dios está mucho más “dentro”.

Tenemos que parar, dejarnos sentir y que su amor nos repare.

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