12 DE MARZO



Estamos llegando casi al final de nuestra Cuaresma. Hemos pasado el ecuador de la misma y hemos podido contemplar las dificultades que, en este camino, tenemos: las tentaciones y pasiones que nos aprisionan, todo aquello que nos destruye y que nos impide construir una vida según el Corazón de Dios, el cansancio…
Es momento de, llegados a este punto, escuchar a Dios y tratar de encontrar en Él la fuerza necesaria para caminar, la Luz imprescindible para no errar en el sendero de la vida.

Adaptación de Jn 3, 14-21
Uno de los judíos más poderosos se llamaba Nicodemo. Era algo así como un diputado de una asamblea judía que se llamaba Sanedrín y que gobernaba a los judíos.  Muchos en el Sanedrín le habían cogido manía a Jesús, porque criticaba lo que hacían. Pero Nicodemo no le tenía manía. Le gustaba aprender de Jesús. Así que iba a verle alguna vez, aunque iba de noche para que los demás no se enterasen y no le criticasen a él también.
Una de esas noches Jesús le explicó algo muy importante. Los judíos pensaban que Dios solo quería castigar a los que no cumpliesen la ley. Pero Jesús le dijo a Nicodemo: “Lo que Dios quiere es que las personas se salven. Lo que quiere no es condenar a la gente, sino cuidarla para que encuentre el camino de la felicidad verdadera.  Por eso me ha mandado al mundo; para que ponga luz. Porque hay mucha gente que anda ciega, en tinieblas, sin entender en qué consiste hacer el bien, y en qué consiste el amor, y la felicidad. Por eso yo soy la luz que tiene que brillar para que la gente entienda a Dios”

Destierra tus oscuridades.  Dios ilumina tu vida. ¡Crea Luz!


REFLEXIÓN
Tiniebla y luz, oscuridad y claridad, bondad y maldad. Nuestro mundo, en ocasiones, parece dividido en dos. Y nosotros, en el fondo, también. Es el momento de empezar a elegir qué camino queremos seguir: aquel que, bajo una aparente y falsa libertad lo que hace es esclavizarnos y aprisionarnos en nuestras propias mentiras e insatisfacciones o aquel que, bajo una aparente renuncia a muchos aspectos, nos da una libertad que nunca antes habíamos encontrado y disfrutado.

¿Obras según Dios? ¿En qué se nota que tus obras, tu actuar, tus palabras, están llenas de vida? ¿Cuándo no es así? ¿Sientes, en ocasiones, que en ti se libra una auténtica batalla entre lo que quieres, lo que deseas, lo que sabes que es bueno y lo que no quieres, no deseas, pero que termina venciendo?

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